John Lindsay-Poland, 15th Anniversary Message

Jul 12, 2017 | News

John Lindsay-Poland

Apreciada gente,

Hace 15 años, en enero de 2002, dos voluntarios jóvenes viajaron a La Unión en San José de Apartadó para acompañar a la Comunidad de Paz. Esa misma semana, el presidente de los Estados Unidos declaró su compromiso para eliminar “el eje del mal.” Estados Unidos apenas había comenzado su guerra en Afganistán – guerra que sigue hoy en día – y aprobado legislación represiva bajo la idea de “combatir el terrorismo.” Al mismo tiempo, apoyaba con recursos masivos a la guerra en Colombia, donde paramilitares aterrorizaron a la gente en las veredas de San José y tantas otras comunidades en el país, con el apoyo implícito y explícito de la Brigada XVII y otras unidades del Ejército.

Cuando una delegación del FOR – el Movimiento de Reconciliación – había visitado el año anterior, Eduar Lanchero y el Consejo Interno nos plantearon acompañar el proceso de la Comunidad en pos de la matanza en La Unión de julio de 2000. No sabíamos – no pudimos saber – lo que implicaba, pero dijimos que sí.

Hoy, celebramos con ustedes 15 años de convivencia y acompañamiento. A pesar de las diferencias de cultura, idioma, riesgo, y – hay que decirlo – privilegios, este acompañamiento ha sido mutuo. Es una opción que miembros de la Comunidad y acompañantes escogen cada día, cada reunión, cada subida, cada momento después de enterarse de los nuevos riesgos y retos.

En Estados Unidos, quizás han escuchado, enfrentamos una crisis política y social, una presidencia abiertamente racista, el acercamiento del fascismo. Sabemos también que en San José y en otras partes de Colombia, defensores de derechos humanos son objetos de agresiones aún mayores de las que sufrieron antes de la firma del acuerdo de paz. Es un tiempo en que muchos actores y seres encaran violencias simultáneas, en que tenemos que participar en múltiples luchas.

Por todo eso, le agradecemos a cada miembro de la Comunidad de Paz, a l@s que actualmente participan en su día a día, a l@s que hemos conocido en el pasado, a l@s acompañantes colombian@s y de otras naciones, y al mismo proceso de la Comunidad.

Este proceso nos ha hecho a tod@s más fuertes, más dignos, más humanos.

En solidaridad,

Cherished community,

15 years ago, in January of 2002, two Young volunteers traveled to La Union in San Jose de Apartado to accompany the Peace Community. This same week, the president of the United States, declared his commitment to eliminate “the axis of evil”. The United States had barely begun the war in Afghanistan – a war that continues to this day – and had approved repressive legislation in order to “combat terrorism”. At the same time, it supported
massive resources for the war in Colombia, where paramilitaries terrorized the people in the village of San Jose, amongst many other communities in the country, with the implicit and explicit support of the XVII Brigade, and other units of the Army.

When a delegation of FOR – the Fellowship of Reconciliation – visited the year before, Eduar Lanchero and the Internal Council, suggested the idea to accompany the Community after the massacre in La Union in July of 2000. We didn’t know – we couldn’t know – what that implied, but we said yes.

Today, we celebrate 15 years of coexistence and accompaniment with you. Despite differences in culture, language, risk, and – it needs to be said – privilege, this accompaniment has been mutual. It is an option that Community members and accompaniers choose every day, in every meeting, each time they walk up to the community, each moment after learning about new risks and goals.

In the United States, as perhaps you have heard, we are confronting a political and social crisis – a president that is openly racist, closing in on fascism. We know that in San Jose, as well as other parts of Colombia, human rights defenders are receiving greater aggression than before the peace accord was signed. It is a time which many actors and people are confronting violence simultaneously, where we have to participate in multiple struggles.

Because of this, I share my gratitude for each member of the Peace Community, for those who currently participate in the day to day, and for those who we met in the past, for accompaniers from Colombia as well as other nations, and for the entire Community process.

This process has made us all stronger, more dignified, and more humane.

In solidarity
John Lindsay-Poland