Entrevista con Enrique Chimonja Coy, “Defensor del Año”

“Un/a defensor/a de DDHH es quién hace consciente su sensibilidad profunda por la vida y lo hace en un acto de amor y compromiso por las vidas de los démas”

For English click here.

Desde 2014, FOR Peace Presence acompaña al defensor de derechos humanos Enrique Chimonja Coy, miembro de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, a la ciudad de Buenaventura y en los rios San Juan, Calima y Naya, adonde viven comunidades indígenas y afrodescendientes victimas y sobrevivientes del conflicto armado.

El 19 de septiembre 2017 Kique fue seleccionado cómo “Defensor del Año” en el marco del premio “Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia” de Diakonia y la Iglesia Sueca, con un emotivo discurso que pueden encontrar aqui.

FOR Presente por la Paz respaldó la postulación de Enrique Chimonja al premio, propuesta en origen por Brigadas Internacionales de Paz.

El premio incluye también otras categorias, cómo la de “Toda una vida”, ganada por la defensora Socorro Aceros Bautista, y la categoria “Experiencia Colectiva del Año”, ganada por la Asociación Sütsuin Jiyeyu Wayuu de la Guajira y por CREDHOS.

Esta que sigue es la historia intensa de “Kique” – cómo le dicen lxs amigxs – Chimonja Coy, pero podría ser aquella de muchos y muchas defensores y defensoras de derechos humanos en Colombia.

 

FOR: Cómo llegaste a ser un “defensor de Derechos Humanos?” Cual fue tu trayectoria de vida?

Enrique: Yo soy del sur del Huila, de la zona del Macizo Colombiano de esa región, y mi familia es campesina de origen indígena Yanacona.

He trabajado en los últimos 24 años para la defensa de la vida y el territorio, en razón de que a los 10 años ya entendí en que tipo de país estaba viviendo: el 3 de septiembre de 1983 desaparecieron a mi padre, y desde pequeño tuve cómo reto el de costruir un pais en paz, sin desaparecidxs. Con mi familia, llevamos muchos años buscando a mi padre y pidiendo el esclarecimiento de la verdad, pero solamente ahora, con los acuerdos de paz, el estado colombiano firmó unos compromisos entorno a la cuestión de la desaparición forzada. Ese hecho fué el primero que me dió una lección muy clara de lo vulnerables que hemos sido las poblaciones rurales, indígenas, campesinas y afrodescendientes, porque habitamos territorios muy actractivos, cómo los del Huila y del Cauca.

El segundo hecho que impactó mi trayectoria de vida tiene que ver con un acontecimiento muy doloroso para la historia de nuestro país, el genocidio que el Estado colombiano perpretó contra el movimiento de la Unión Patriotica, en que se acabó con la vida de más de 6000 personas.

El inicio de este baño de sangre se dió en mi pueblo el 11 de octubre 1985, en el municipio de Palestina, en la vereda del Tabor, a lado de nuestra casa familiar. En esa oportunidad fue matado un tio mio, un hermano de mi madre, y masacraron a 4 campesinos. Mi familia se desplazó hacia la parte más urbana del municipio. Eso nos hizo experimentar la violencia del Estado y que costos trae un crimen de lesa humanidad como el desplazamiento forzado.

Ya a partir de estos dos hechos hubo en mi una necesidad profunda de buscar un espacio para aportar en la costrucción de un país distinto adonde lo que nosotros habiamos vivido como familia no lo viviera nadie más. Fui soñando ese momento. Sentí aún más la sensibilidad por el territorio, los lazos de lo comunitario y sobretodo de la familia, su valor aumenta cada día y sigue fundamental en mi vida cómo apuesta de la lucha social y politica.

 

FOR: Cuéntanos de tu acercamiento a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, con la cual sigues tu trabajo hasta el día de hoy en varios territorios del país, y de tu trabajo con FOR Peace Presence.

Enrique: Después de esos hechos, seguí mis estudios y busqué incluso en el mundo eclesial este camino de defensa de los derechos humanos, y tuve la posibilidad de estar vinculado a la vida religiosa por siete años con una comunidad misionera, la Comunidad Pasionista, en Santander, Antioquia y Bogotá. Con ella salía mucho a comunidades rurales, haciendo trabajo pastoral desde el evangelio. Esta experiencia me formó para trabajar con las comunidades vulnerables.

Más tarde, hace 21 años y siendo religioso, conozco a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz con quién he trabajado apoyando procesos comunitarios y propuestas de resistencia. Sobretodo, empecé a procuparme de encontrar maneras para afirmar el principio de distinción y protección del territorio frente a los daños del agronegocio.

Con FOR Peace Presence hemos caminado y visibilizado procesos especialmente en el Valle del Cauca, sobretodo por los espacios humanitarios de Buenaventura y el pacifico rural, donde comunidades indígenas y afrodescendientes siguen afirmando sus derechos en este momento historico de Colombia. Quedamos pendientes ahora de los inicios del proceso de paz con el ELN y de las expectativas que se desarolle un proceso de dejación de armas por parte de estructuras neoparamilitares, cómo las AGC.

 

FOR: Cómo definirias un o una “defensor/a de derechos humanos”?

Enrique: Es una persona que hace cosciente su sensibilidad profunda por la vida y que lo hace en un acto de amor y de compromiso por la vidas de todxs.

 

FOR: Según la misma organización Diakonia el premio es necesario porque “… las y los defensores siguen actualmente afrontando agresiones encaminadas a bloquear o debilitar su trabajo de derechos humanos. Los ataques en contra de defensorxs revelan patrones estructurales y tienen un largo expediente en los registros anuales de violaciones de derechos humanos. La impunidad de estas agresiones es cercana al 100%.”  Que puedes decirnos de eso?

Enrique: Que la paz tiene sus costos.

La guerra es muy rentable para algunos sectores de la sociedad, sectores en la impunidad de lo que ha significado sus responsabilidades en el desarollo mismo del conflicto armado, o de haberse beneficiado de ello. En segundo lugar hablamos de un territorio con una riqueza en recursos naturales muy grande y que se encuentran en este momento en un escenario muy propicio para consolidar sus intereses de acumulación en lo economico. Las comunidades entonces están viviendo el cambio real. Los intereses impresariales y económicos se estan tomando el territorio nacional en función del tema del trafico de drogas y de la dinamica económica extrativa, que el modelo liberal impone para estos territorios y especialmente para Colombia. Las amenazas se han mantenido por eso, y especialmente en razón a que hemos jugado, cómo defensorxs de derechos humanos, un papel protagónico en las apuestas de la paz, que hoy requieren visibilización y apoyo de la comunidad internacional.

 

FOR: Este premio, así cómo el acompañamiento internacional, ayudan a que la opinión pública no olvide la situación de lxs defensorxs en el País. Porque todo eso es importante, y por cuales otras razones sigues contando con el acompañamiento internacional en tu trabajo?

Enrique: Lo más importante es el reconocimiento público frente al Estado y a la labor que hacemos! Es fundamental la posibilidad de que frente a este acto simbolico haya un respaldo internacional muy grande, que se visibilicen las luchas de muchisimas comunidades que vienen costruyendo la paz y la afirmacion de los derechos humanos desde hace mucho tiempo.