Paro Nacional: Parar para avanzar

May 20, 2021 | News

LA JUVENTUD COLOMBIANA EN ACCIÓN NO VIOLENTA LIDERA EL PARO NACIONAL, RESISTE A LA REPRESIÓN ESTATAL Y FAVORECE TRANSFORMACIONES SOCIALES: A PARAR PARA, AVANZAR, EL ANHELO ES LA PAZ.

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Desde el pasado 28 de abril y durante los 23 días de movilización pacífica del pueblo colombiano en el marco del paro nacional, María Eugenia Mosquera y Enrique Chimonja, del equipo de terreno de FORPP, participamos como ciudadanos y defensores de Derechos Humanos en las concentraciones y recorridos desarrollados en la ciudad de Popayán, Departamento del Cauca.

Queremos decir que la gota que rebozó la copa de inconformidad, de la indignación del pueblo colombiano fue la propuesta de reforma tributaria que quiso imponer el actual gobierno del presidente Iván Duque pero que tiene de fondo la memoria de un pueblo que históricamente ha sido pacifico, trabajador, luchador y tejedor de dignidad y libertad que en este momento entendió que no puede resistir en silencio tanta muerte, tanta guerra, tantas condiciones de miseria, tanta corrupción y tanta vulneración de derechos por parte de gobiernos que han usado y siguen usando el poder político, el orden jurídico y constitucional para oprimir y despojar. Entendemos que los jóvenes, los miles, millones de jóvenes están en las calles están liderando el paro porque son la expresión de las búsquedas y de las propuestas de paz y reconciliación que se han conservado y gestado desde territorios indígenas, Afrocolombianos, campesinos, desde sectores urbanos como los estudiantes, los sindicatos desde las mujeres, desde la población LGBTIQ y muy especialmente desde las víctimas del conflicto armado y las víctimas del desarrollo. Propuestas a los gobiernos y las instituciones estatales no han estado en la altura y la grandeza de responder. Al contrario, se han convertido en el mayor obstáculo. Todo por obedecer un modelo económico que desprecie a la vida, convierte La Paz en un discurso, en un negocio.

El paro nacional es el acumulado de años de siglos de resistencia, de esperanza y de búsqueda de cambios.  

Igual que la fuerza de un rio no se debe represar, igual que la luz del sol no la podemos tapar con el dedo, así que no podemos negar la autoridad de nuestra madre naturaleza, tampoco podemos evitar el despertar de la consciencia colectiva. El renacer de la esperanza. La fuerza transformadora del amor por la vida, por el territorio. Es necesario, es nuestro deber como habitantes de la casa común, como hijas y hijos de la madre naturaleza, favorecer la reconciliación con la vida, y eso implica articulación, solidaridad, tejido, unidad global. No podemos legitimar, y menos celebrar la muerte, que nos impone un modelo económico, que deja crecimiento económico, acumulación de capital en unos pocos, sobre la base de la miseria, el esclavismo y la muerte de millones de seres humanos y sobre la base de despojar y de borrar la biodiversidad de nuestro planeta. Urge restaurar, recuperar la confianza, la legitimidad en las instituciones y eso no se logra, si no se supere el nivel de impunidad que reina en Colombia frente a tanta corrupción administrativa, frente a tantos crímenes, frente a tanta muerte y tanto despojo.

Como organización de víctimas, cómo defensores de Derechos Humanos y como integrantes del movimiento por la reconciliación hemos sido testigos del espíritu pacífico y de afirmación no violenta con la que el pueblo y especialmente las y los jóvenes se tomaron las calles para exigir la no aprobación de las reformas tributaria, pensional, laboral y a la salud, sin embargo la respuesta criminal y violenta del Estado a través de la policía y el Esmad ha convertido las calles en campos de muerte, torturas, desapariciones, abuso sexual, estigmatizaciones y judicializaciones, en una guerra desigual, de un lado una fuerza armada con trajes de protección, casco, caretas, chalecos Anti bala, helicópteros, tanquetas, camiones, motos, gases, mientras la juventud y el pueblo en multitudes se defiende con sus gritos, pancartas, cantos, tapas, cacerolas, llegando a tener que usar los bastones de la minga, piedras, palos y mucha, mucha fuerza moral y política.

La represión por parte del Estado ha llegado al punto de permitir que civiles armados o policías de civil, infiltren la marcha, propicien el vandalismo y asesinen de manera cobarde a muchos marchantes. La cifra de personas afectadas gravemente en su vida, integridad y demás derechos humanos, ocurridos durante el paro nacional, es:

Hemos participado del paro como familia, es decir, junto a nuestra hija adolescente, tal como lo han hecho muchas familias, animadas por el espíritu pacífico, el descontento legítimo ante tantos atropellos y el anhelo de transformar a Colombia en un país con garantía efectiva de derechos para todas y todos. Hasta la fecha ha sido desbordante la participación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, mujeres y personas mayores, es inspiradora y liberadora la capacidad de resistencia, la avalancha de creatividad, de memoria, los sueños expresados en pintura, teatro, cantos, mensajes, gestos de unidad, solidaridad y amor por una Colombia en dignidad.

Gracias a las y los jóvenes que en las calles nos recuerden, que a nos pueblos nos han despojado de mucho, menos de la dignidad, de la memoria y de la fuerza para renacer de las cenizas y restauramos como familia humana en harmonía con el territorio.

Porque el pueblo no se rinde Carajo.

A parar para avanzar, viva el paro nacional.